sábado, 21 de mayo de 2016

Yo te cielo.








…”¿se pueden inventar verbos? quiero decirte uno: yo te cielo, así mis alas se extienden enormes para amarte sin medida.

Siento que desde nuestro lugar de origen hemos estado juntos, que somos de la misma materia, de las mismas ondas, que llevamos dentro el mismo sentido. Tu ser entero, tu genio y tu humildad prodigiosas son incomparables y enriqueces la vida; dentro de tu mundo extraordinario, lo que yo te ofrezco es solamente una verdad más que tú recibes y que acariciará siempre lo más hondo de ti mismo. Gracias por recibirlo, gracias porque vives, porque ayer me dejaste tocar tu luz más íntima y porque dijiste con tu voz y tus ojos lo que yo esperaba toda mi vida.”

Fragmento de una carta escrita por Frida Kahlo en noviembre de 1947.


Mereces ser feliz.





Mereces que te miren bonito,
que la vida te despeine de vez en cuando,
que te rocen hasta acariciarte el alma,
que te pinten la vida más azul,
que te vuelvan menos triste.

Mereces que alguien te deje ser caos,
que te deje elegir lado de la cama,
que te bese como si dieras un salto mortal,
que te escriban en una carta que nunca leerás.

Mereces que no te rompan más las costuras,
que te hagan bailar en cada grieta,
que se quiera quedar a vivir en tus manos,
que te lleven de vuelta a esos lugares donde aún puedes ser feliz.

Mereces encontrar tu propio salvavidas,
toparte con la salida de emergencia,
que te lleven flores,
que te curen.

Mereces que te hagan feliz.




Mereces que te mires bonito,
que te dejes despeinar de vez en cuando,
que te permitas acariciar el alma,
que te pintes la vida más azul,
que te vuelvas menos triste.

Mereces seguir siendo caos,
que no necesites compartir la cama,
que besarte sea como dar un salto mortal,
que te escribas una carta que nunca habías leído.

Mereces arreglarte las costuras,
que bailes en cada grieta,
que te quieras quedar a vivir en ti misma,
que vuelvas a los lugares donde todavía puedes ser feliz.

Mereces saber que tú puedes ser tu propio salvavidas,
que tú puedes ser tu propia salida de emergencia,
que tú puedes llevarte flores,
que tú puedes curarte.

Mereces hacerte feliz.




No te culparía nunca.

Cualquiera diría que olvidar
a quien más has querido
sólo es cuestión de buscar
en otro rincón del mundo
donde te puedan ofrecer
algo de calor,
pero lo cierto es que
es mucho más que eso.
Para poder olvidar
a quien querías que
hiciera que olvidaras
que existía el resto,
para eso hay que
llevar a cabo un proceso
muy delicado, arrancando
los puntos de sutura
de cada herida por caricia
al cuadrado
y deshojarte en las noches.

Llenar los vacíos
nunca había sido tan difícil
desde que apareciste tú
con esa sonrisa
capaz de enfrentar
cualquier golpe de estado
en la historia de mi vida.
Es como si alguien
soplara velas cada cumpleaños
sin pedir ningún deseo
porque hace tiempo perdió la fe,
como irte a dormir
con las ojeras tristes de siempre
sin que nadie te las cure
todas las mañanas.



Tranquilo,
yo sé que tú no podías quererme como yo te quería

Jamás podría culparte por ello.

viernes, 6 de mayo de 2016

Permítete hacer lo que sientas.

Te escribo a ti:
A ti que un día callaste
por no hablar más de la cuenta.
Podrías haberlo hecho peor,
pero justo ahí metiste la pata hasta el fondo.
Me gustaría saber cómo decirte
que no es precisamente callar
lo que mejor se te da
y que ya es hora de que grites
todo lo que te abrasa por dentro.

A ti que un día confundiste
las palabras bonitas,
los besos en la mejilla,
los abrazos a traición,
la sonrisa bien puesta a cualquier hora del día...
Nada pudo ser más perjudicial
que pintarte tú sola las alas
para volar desde un precipicio tan inestable.
Me gustaría saber cómo decirte
que las alas te crecen
con el paso de los daños
para poder huir de lo que no hace bien.

A ti que un día dudaste
sobre si eras lo suficiente
para alguien que ya tenía sus ojos
ocupados en otras vistas.
No fue tu culpa
sentirte como en casa
en los ojos de alguien
que se sentía en casa
en la boca de cualquiera
más fácil y menos tú.
Me gustaría saber cómo decirte
que tanto cuando huiste como cuando no
eras más que suficiente
para volver a sentirte como en casa
donde tú quisieras,
aunque eso implicase volver.

A ti que un día creciste
con la inseguridad incrustada en la piel,
escondiendo cada rasguño moral
que te había hecho madurar
sólo porque eran cicatrices
y no eran bonitas.
Me gustaría saber cómo decirte
que las cicatrices son el resultado
de lo que nos hicieron ayer
y de lo que somos hoy.
Nunca te avergüences de ellas.


A ti que un día reíste
con toda la tristeza del mundo
porque alguien no te quería
como tú lo querías a él,
por dar más de lo que recibías,
por quienes te olvidaron
cuando más los necesitabas.
Me gustaría saber cómo decirte
que las personas abandonan
todo aquello que quieren
alguna vez en su vida
y no por eso dejan de quererlo.
Debes saber que dar es lo correcto
y no importa cuánto recibas a cambio,
importa la satisfacción de tu alma
porque (pudiendo) lo diste todo y más.

A ti que un día te dejaste llover por dentro
y consumir por fuera.
Me gustaría saber cómo decirte
que nadie escoge la lluvia
que le va a calar hasta los huesos
ni el fuego que le va a quemar la piel.
Quizá por no poder elegir
ni tampoco escapar de ello
es que merezca la pena
dejarse llevar.

A ti que un día quisiste olvidar
a quien te dijo que estaría siempre.
Me gustaría saber cómo decirte
que deberías haberte ido tú antes,
sin ningún remordimiento...
Así te habrías ahorrado
una promesa en vano.

A ti que un día saltaste en los charcos
esperando que resbalara suerte
y una pizca de ella te rozara a ti.
Me gustaría saber cómo decirte
que la suerte no es amiga de nadie,
es la vida quien un día se pone de tu parte
y ya no puede conformarse
con tus ojos de niña triste.

A ti que un día quisiste
aprender a poner punto y final,
a distinguir los finales,
a irse para no volver.
Me gustaría saber cómo decirte
que yo tampoco he sabido despedirme
porque los puntos suspensivos
mantienen abierta la herida
y nunca supe cómo cerrarla.
Nunca dejes de volver
si eso te hace irrevocablemente feliz.

miércoles, 4 de mayo de 2016

Déjame decirte que eres preciosa.

Puede que resultes una loca,
pero una loca de remate.
De esas de película,
de las que dudan,
de las que hacen dudar al resto,
de las que cuando no hay tormenta pisan charcos
y de las que se olvidan el paraguas en casa
cuando llueve a cántaros.

Puede que metas la pata hasta el fondo
y termines usándolo como impulso.
Puede que no seas tan gris
si todavía tienes carmín en los labios.

Puede que no quieras querer,
que aun así te dejes llevar.
Puede que no te quiera
y puede que a estas alturas te de igual.

Puede que no confíes,
que desvaríes,
que tiembles cuando deberías reír
y sobrevivas cuando necesitas llorar.

Puede que no estés tan sola,
que no estés tan rodeada de cuerdos.
Puede incluso que sonrías
cuando todo va en contra.

Puede que estés loca,
pero déjame poder decirte que
tu locura es preciosa.

miércoles, 6 de abril de 2016

Menos tirar la piedra y esconder la mano que lo que realmente hace más falta hoy día es precisamente esconder la piedra y echar una mano.

martes, 5 de abril de 2016

Como un acto de fe o como tiburones que llevan tu nombre.

Si te acercas tú
es porque he de llevarlo bien.
Estamos justo en el límite del infierno
donde las balas sólo rozan
y la lluvia nunca cala.

Lo cierto es que las cosas
nunca se nos habían dado tan mal.
Ahora no sé dónde guardarme
este incendio que me sale del pecho.
Aprovecha.

Los rotos se han comido los miedos
y esta ciudad susurra con complejo
de niña grande.
No sé si agarrarte o soltarme,
quizá estemos equivocados,
puede que no seas tan ruin ni yo tan tarde.

Ser carne de cañón,
conocerse el truco
y permitirse seguir siendo magia.
Cerrar los ojos,
como un niño,
como un acto de fe.

Y, para entonces,
te habré enseñado a elegir esconder la piedra
y echar una mano para despeinar aún más la vida
con esa sonrisa traviesa y ardiendo
pidiendo a gritos durar encendida
todo lo que yo (te) quisiera.

Como a quien nada le teme,
esquivando las esquinas.
Como quien se obliga
a tragarse sus propios sentimientos
y andar por ahí
con los pies destrozados.

Como si no importara nada más
que tener la conciencia tranquila.
Como autodestruirse
buscando la mejor versión de uno mismo.
Como nadar en una pecera
con cientos de tiburones que llevan tu nombre.

Súbete a una bala
que vamos a perdernos,
a derrotar gigantes con voz de sirena,
a bailar en cualquier bar,
dejándonos llevar.

sábado, 26 de marzo de 2016

FINLANDIA

"Te lo hubiese dado todo, de haber tenido algo más que esta tormenta. (...) A veces queriendo a alguien lo único que haces es declararte guerra a ti mismo. Y yo no estaba para batallas. Yo no tenía más arma que las ganas, y no siempre estas pueden vencer la distancia de por medio. (...)"