viernes, 26 de junio de 2015

A, b, c, d, ..., z.

A todos nos gustaría ser
en algún momento de nuestra vida
el plan a de alguien
y no dejar de ser planes
hasta llegar a la z.

A todos se nos llenan las ganas
de ser la salida de emergencia
de quien más quiere.

Y ya te digo yo
que eso de buscar y no encontrar
lo hacemos muy de puta madre.
Nos coloreamos los espacios en blanco,
nos desinfectamos la herida con alcohol,
nos perdemos en ciertas bocas
que les daría igual perdernos.

A todos nos gustaría que
en el segundo justo antes de
abandonarlo todo
llegase alguien a decirnos que
no lo abandonemos a él.
Y que broten las dudas.

Igual que todos queremos ser
sal de la que cura
en las heridas de los que queremos.
Ser suspiro
en los labios por quien suspiramos.
Ser susurro
en el corazón que nos hace latir.
O simplemente ser aire puro
en una bocanada de aire
de quien se ha quedado sin saber
todo lo bonito que podríamos haber hecho por él.

Claro que a todos nos duele algo
(y quien dice algo, dice alguien).
Claro que todos tenemos remordimientos
y nos pesa el mundo alguna vez más que otra.
Y que nadie se libra de las cadenas
que arrastran los fantasmas del pasado.
Ni tampoco del perro que querrías compartir,
la casa que desearías saborear,
ni los lugares que anhelarías visitar.

Los imposibles también existen...
No deberíamos olvidarlo nunca
para no chocar más de la cuenta
con una mirada que jamás vamos a desarmar.


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