miércoles, 10 de junio de 2015

6.

No hay más ciego que el que no quiere ver
y, desde luego,
yo contigo me arranqué los ojos desde el principio.

Que no es que no quiera abrir la ventana,
es que tú me enseñaste a cerrar la puerta con pestillo
y a no mirar debajo de la cama
(porque ya te tenía a ti encima de ella).
Ahora así cualquiera se vuelve a enfrentar
a los monstruos y a los fantasmas
sin tus manos en mis caderas.

Mañana será otro día, lo sé.
Otra vez tendrá 6 letras,
pero nunca más serán las de tu nombre
(o eso creo).

He cambiado todas las cartas que nunca me escribiste
por un bono que dice:
de los besos a los versos hay un paso de indiferencia.
Creo que nos han reconocido.

En otros atarcederes he llegado a la conclusión
de que la clave se esconde en saber buscar bien
y dejar de toparse con aquello
que no merece la pena
o que más bien
no nos merece a nosotros.
Así que...
supongo que me voy
y esta vez de verdad,
aunque me duela(s).

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