martes, 26 de mayo de 2015

Vendaval en la zona sur.

Nunca nadie me había mirado así.
Me has desecho
con sólo besarme los párpados.

He huido en dirección contraria,
he negado lo evidente,
he lucido triunfadora,
me he dicho que soy feliz.
Pero qué va,
no funciona.

Diría que me has acariciado el alma,
pero sería aceptar la cicatriz
y permitir la derrota.

Tus manos en mi espalda,
la columna arqueada,
el escalofrío en cada célula propia,
la vida en un roce.

Desastre de lunes.
Se parece a mí.
Ven a salvarme.
Hazme temblar esta noche.

Sin ser gato me has arañado las costuras,
sin ser vicio me has hecho adicta,
sin ser ilegal me has arrancado de lo establecido.
y sin ser revólver me has disparado.

Musa caída en el valle.
Cualquiera diría que ibas a escogerme a mí.
Y tú quieres coserme las heridas
a mí, que no tengo remedio.


Nunca nadie me había mirado así
y a lo mejor de ahí proviene mi miedo.
Nunca nadie me había querido besar la vida
sin deshacerme el poco amor propio que me queda.

A ti que eres vendaval en la zona sur,
a ti huracán enardecido
buscando el equilibrio entre las noches,
que digo yo que no te pierdas:
aquí estoy yo
-y digo yo que no me pierdas-.




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