miércoles, 28 de enero de 2015

Entendí que los sitios más bonitos son aquellas personas a las que volverías millones de veces.

martes, 27 de enero de 2015

Llegaste y yo sé que dejé de buscar explicaciones.
Para entonces yo ya tenía una lista innumerable de fracasos que se acumulaban a los pies de mi cama y me estremecían cuando la herida se abría un poco más de la cuenta.
La cuenta es lo que yo quise perder en tu boca  pero nunca tuve valor y ahora el valor me sigue faltando para empezar a caminar sin que tú seas camino.

Pero llegaste y esa fue una de las mejores noticias.
Ahora no estoy segura de que las buenas noticias sigan siendo siempre tan buenas como al principio. No sé si el miedo nos deja estar por una noche sin que él esté incrustado en cada poro. Qué será mañana de mí. Qué será esta noche de ti. Qué será esta vida de nosotros.

Escalé montañas que hubiera preferido cambiar por tu columna vertebral y atravesé infiernos que nunca podrán compararse contigo. El infierno quizá te siga quedando grande y el paraíso en su justa medida.

Y llegaste con las manos llenas de vacíos que nunca me dejaste curar.
Sonreíste como quien sonríe sin pretender hacerlo y volcar corazones a diestro y siniestro, pero lo hacías. Conmigo lo hacías. Y qué bien lo hacías.

lunes, 12 de enero de 2015

Consecuencias.

Me enseñaron que
hay que dejar salir lo que sientes
y dejar de medir las consecuencias
por un momento.
El verdadero error fue
medir todas tus consecuencias
antes de lo previsto.
Estrellarme.

El amor está lleno
de debilidad.
Y, de cuando en cuando,
la vida abre una ventana
y se deja asomar por él.
Por eso también está lleno
de vida,
pero por dentro
-en las entrañas-.

Por eso acabo perdiendo los trenes,
por esperar al único
que nunca se ha molestado
en revisar cuántos pedazos
quedan en esta parada.
Porque caminar siempre sale menos rentable
que correr y dejarse los miedos
en cualquier semáforo en rojo.

Morimos de grandes esperanzas,
que no nos confundan.
La esperanza también desgarra,
también aplasta.
De qué sirve retener
el oxígeno para después
si no queda esperanza.

Por eso,
que nada te frene la caída,
que no se te agoten los precipicios
y que la felicidad derrape
por tu sonrisa.
Que sea justo ese chupito
de tequila
el que te saque a bailar
y no lo sea
tus ganas de que te vea. 

Además, por eso de que dicen
que de algo hay que morirse,
que sea de vivir demasiado
y de hacerlo bien.
Y no de quemarte en unos ojos
que todos acaban llamando infierno.

Una noche
las ganas y los miedos
van a dejar de arder en la garganta
y en el estómago. 
Van a acabar
en las manos de alguien
que no sabe cómo 
susurrarte entre paréntesis
y vibrar sin comillas. 

Las palabras dejarán 
de romperse en los dientes 
de quien quiso y no pudo.

Alguien siempre tiene que dar
el golpe final. 
Y sí,
esta vez
con todas sus consecuencias. 


jueves, 8 de enero de 2015

@defreds

'Al final asumes que tú darías todo por alguien que no te da nada más que migajas sueltas. Y te marchas para siempre a ir tirando como puedas.'

Trece tréboles.

Llevo la vida colgando de un hilo
desde que me miraste con los ojos
de un ex-suicida huyendo de un puente.
Llevo las horas atadas al cuello como una soga
asfixiándome a cada paso
mientras las confundo con tus idas y venidas.
También llevo una libreta destrozada
llena de revoluciones- mis revoluciones-
y, sin quererlo,
casi todas hablan de ti
sin ser tuyas.
Tengo una maleta vacía
de objetos que se pueden tocar
con las manos
y llena de recuerdos
que se escapan de las mías.
Llevo los sueños a cuestas,
pretendiendo ser equilibrio
entre dormir sin ti y soñar contigo.

Sin atentar mucho contra la suerte
he tejido unos cuantos tréboles de dos hojas,
por eso de que dicen que
dos tréboles de dos hojas forman uno de cuatro.
Pero he tejido trece,
para que veas que no da mala suerte
ser el número trece
y que, por tener sólo dos hojas
-siendo trébol-,
no vas a sentir más la soledad.

La soledad también sabe abrigar,
justo como tú nunca has sabido abrigarme.

miércoles, 7 de enero de 2015

El problema comienza cuando,
un día sin querer,
te empieza a dar igual que se detenga la primavera.
Algo como: ya tendré suficiente tiempo
para pensar en ello más adelante.
La guerra acaba con la primavera
y el 'más adelante' está a la vuelta de la esquina.
Y, que no empiece la primavera,
no quiere decir
que estemos pisando otra época del año.
A veces significa que,
un día sin querer,
empezamos a marchitarnos
y no sabemos cómo parar.