miércoles, 10 de diciembre de 2014

Bala perdida.

Tu sonrisa
se ha vuelto a estrellar
contra mis esfuerzos
y mis ganas
de seguir hacia delante
sin mirar atrás.

Me ha vuelto
a hacer añicos
verte reír de nuevo
de esa forma tan tuya
en un simple
y
estrangulador recuerdo.

Empiezo a creer
que en eso consiste
lo que llaman vida:
en idas y venidas,
subidas y caídas.

La felicidad
siempre te sentó
tan
pero tan bien...
Como un brillo
inapagable
que se extendía
en los ojos de alguien
que creía ser nadie.
Como milésimas de segundos
que se quedaban atrapadas
en las manecillas del reloj.
Como fuegos artificiales
quebrándose
justo en el momento
de danzar en el cielo
sumidos en un sinfín de colores
que llevan atado tu nombre.

Tú siempre has sido eso,
una bala perdida
en un mundo
donde las armas de fuego
están sobrevaloradas.
Has sido y serás
la casa vacía,
triste o de mudanza
que escondía penas
en alguno de sus rincones
y
cada estación del año
en una sola ventana.
Tú eres hogar
en los labios de aquel
que te quiso
y
no recuerda bien
cómo olvidar.

Yo sigo siendo
quien lame sus heridas
y
la que, en medio del desastre,
no sabe cómo llevar
no haberse reflejado nunca
en tus pupilas.
La que
a falta de valor
se pinta los labios de rojo
y le planta cara
a lo que quede por venir.
Sigo siendo
quien no comprende bien
por qué
se le escapa la sangre
de las venas
y el oxígeno
de los pulmones
desde que no estás.
Fui y seguiré siendo
un cúmulo de palabras
carentes de sentido,
escupidas por el mejor postor,
despreciadas por el mejor lector,
lamentadas por el mejor poeta
y
vividas en el borde
de cada una de mis grietas.

Por eso, bala perdida,
nunca dejes de sonreír
como hacías
cuando me dejaba la piel
en cada suspiro
con tal de hacerte ver
que lo malo no era tan malo
y
que lo bueno llegaría pronto.
Nunca apagues
la luz que brotaba
de tu alma
cuando alguien te mostraba cariño,
cuando alguien te quería,
cuando tú empezabas a quererte.

Bala perdida,
me bebo una rubia a tu salud
celebrando por tu felicidad
y
recordando que
a veces los recuerdos
solo te permiten
echar de menos.

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